"Nací de buenos padres" en Villa Trina, Moca, un 23 de marzo de 1943. Ellos fueron Manuel Ramón Viñas Infante y María Consuelo García, siendo la octava hija de nueve hermanos.
A lo mejor por haber nacido en una zona montañosa como lo es Villa Trina,
soy amante de la naturaleza.
Salí de aquel lugar, con gran dolor, a los quince años de edad y forzada, viví por algún tiempo en Santo Domingo para luego retornar a Moca, en donde mis padres ya estaban residiendo en el recién inaugurado Barrio de Mejoramiento Social.
Ya en Moca, mi vida fue tomando un nuevo giro y mejor se fue haciendo cuando comencé a estudiar en el Liceo Domingo Faustino Sarmiento, con nuevas y muy buenas amistades, muchas de las cuales aún perduran a pesar del tiempo transcurrido.
Años más tarde, siendo profesora de Literatura y Ciencias Sociales en el Liceo Nocturno "Francisco Guzmán Comprés", estudiaba Pedagogía en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en clases sabatinas. Cuando apenas iba por mitad de carrera me casé y me fui a residir a Caracas, Venezuela, por lo que tuve que suspender mis estudios.
Allí nació mi primera hija, Claudia María; cuando ella apenas tenía tres meses de nacida regresé a mi país. Tres años más tarde nació Raúl Andrés, pero éste quise que naciera en mi patria chica, y el 19 de diciembre llegué a Moca a chequearme, y al siguiente día nació mi hijo; era lo menos que podía hacer para demostrar el amor que le tengo a ese terruño sagrado y bendito y que tan adentro de mi corazón llevo siempre.
Poco después me divorcié y con mis hijos pequeños enfrenté una vida difícil, pero como siempre tengo buen ánimo, un carácter alegre y una fe inquebrantable en mi Dios, salimos adelante, tanto ellos como yo, y por esos altibajos que la vida me ha presentado siempre, no he tenido tiempo para aburrirme, y de cada situación difícil he podido salir ganando experiencia, y esas cosas me han fortalecido.
En el año de 1994 sucedió algo extraordinario en nuestras vidas que nos hizo más fuerte y nos marcó favorablemente. Conocimos la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días (Mormona), y a partir de ahí las bendiciones se han multiplicado y la perspectiva que ahora tenemos de la vida es una bien diferente a la de antes.
En estos momentos soy una abuela feliz de cinco maravillosos nietos.
Como todavía el libro de mi vida no se ha cerrado, lo dejo abierto para cuando se termine de escribir el último capítulo, que alguien se ocupe de borronear el último párrafo y ponerle el punto final.
En cuanto a la genealogía, es algo que siempre me ha apasionado, y como he podido adquirir informaciones tan valiosas como las que he podido recabar, quiero compartirlas con mis familiares y mis descendientes y dejarles este legado para que se documenten y sepan de sus orígenes, quiénes fueron sus ancestros, cómo eran, qué hacían muchos de ellos, incluso, de qué murieron( esto por razones genéticas).
Con amor para la gran familia Viñas de la Rep. Dominicana y de la que me siento orgullosa de pertenecer.
